Buscar ayuda no siempre es fácil.
Decidir empezar terapia suele venir acompañado de dudas, miedos y hasta vergüenza. Queremos sentirnos mejor, pero al mismo tiempo aparece la pregunta: “¿a quién le voy a confiar lo más íntimo de mi vida?”.
Si te pasa esto, quiero que sepas que es normal y que también es parte del proceso.
Lo importante es entender que no se trata de elegir “cualquier” psicólogo, sino de encontrar a alguien con quien realmente sientas confianza. La formación y la experiencia cuentan, claro, pero lo que hace la diferencia es sentirte escuchado, comprendido y acompañado. Un buen vínculo terapéutico es esencial para el trabajo, pero como todo vínculo también se construye.
Existen muchas formas de hacer psicoterapia. Algunas personas necesitan un trabajo profundo y analítico, otras buscan algo más breve y práctico. No hay un enfoque mejor que otro: lo importante es encontrar cuál va con vos y con el momento de tu vida que estás atravesando.
La primera entrevista se parece un poco a una primera cita pero sin café de por medio. A veces llegás con ansiedad, contás tu historia de golpe y todavía no sabés si la dinámica fluye. Eso está bien. Si después de algunas sesiones no te sentís escuchado o no encontrás conexión, podés buscar otra opción. Cambiar de psicólogo no significa retroceder ni fracasar: es parte del proceso de encontrar el espacio adecuado para vos.Igual que no te comprometés con la primera persona que conocés, tampoco tenés por qué quedarte con la primera consulta si no sentís conexión.
¿Y si la terapia no funcionó antes?
Puede que ya hayas hecho terapia y no haya sido lo que esperabas. Tal vez no era tu momento, o no encontraste el vínculo adecuado. Eso no significa que no funcione: significa que aún no habías encontrado el espacio adecuado para vos o no era tu tiempo interno.
La terapia no es un trámite, es un proceso que se hace con compromiso y constancia. Cuando te animás a mirarte en serio, se mueven los cimientos, se abren puertas que quizás nunca antes te habías permitido abrir.
Señales de que encontraste al psicólogo adecuado:
✔ Sentís que podés hablar sin miedo a ser juzgado
✔ Las intervenciones del psicólogo te hacen reflexionar: “¿cómo no lo vi antes?”.
✔ Empezás a sentir alivio y claridad en medio del caos.
✔ Notás pequeños cambios en tu día a día, como dejar de darle 32 vueltas a la misma idea antes de dormir.
✔ Te sentís acompañado y, al mismo tiempo, desafiado a trabajar en vos mismo.
El costo: ¿Inversión o gasto?
Sé que empezar terapia requiere esfuerzo emocional, y también económico. Pero no hacer nada también tiene un costo: el de seguir cargando con lo mismo. Los problemas no desaparecen por sí solos, se acumulan, hasta que un día notás que conviviste años con algo que podrías haber transformado. Invertir en psicoterapia es apostar a vos mismo. Es como elegir un buen colchón: no lo mostrás en Instagram, pero te cambia la vida.
Presencial u online: vos elegís
Hoy la psicoterapia se adapta a tu estilo de vida:
– Presencial: el encuentro cara a cara, en un espacio pensado para vos.
– Online: sin traslados, sin excusas de “me agarró la lluvia”, desde la comodidad de tu casa.
Ambas modalidades son igual de efectivas. Lo importante es que te sientas cómodo y puedas sostener el proceso.
Un nuevo comienzo…
Buscar ayuda psicológica no es un signo de debilidad: es un acto de coraje. Significa que ya no querés seguir igual, que estás dispuesto a mirarte y a transformarte. Elegir dejar de estar en “modo sobre vivencia” y empezar a vivir con más claridad, alivio y libertad.
Si estás buscando un psicólogo, te invito a agendar tu primera consulta, este puede ser el momento de empezar tu proceso. No hay soluciones mágicas ni fórmulas instantáneas, pero sí un espacio seguro,cálido y profesional, donde podés trabajar en vos mismo con seriedad… y, cada tanto, con una sonrisa que aliviane el camino.